PÁGINAS

14 de diciembre de 2015

Las acciones inspiran más confianza que los discursos: algunas premisas claras en torno al buen gobierno.

Esta misma mañana, sobre las 11:30h, estaré en Madrid hablando de Códigos de Buen Gobierno invitado por la FEMP en el marco de una jornada de formación organizada por ésta y denominada "Desarrollo de la transparencia y la participación ciudadana", cuyo programa y ponentes podéis consultar AQUÍ. La cuestión es que me gustaría aprovechar dicho evento para reflexionar en voz alta sobre qué deben representar, en definitiva, para nuestras instituciones un conjunto de principios de organización y funcionamiento que en la mayoría de los ocasiones tienen un componente ético y moral muy fuerte.  





Lo cierto es que todo empleado publico y cargo electo debería traerse "de casa" su propio código de buen gobierno en la medida que éste no debe representar más que el conjunto de valores y principios democráticos y de convivencia que hacen crecer robustamente a una sociedad. Pero ante la ausencia de esta mochila, los códigos de buen gobierno, como por ejemplo el de le FEMP, representan una referencia clara y un modelo a seguir por todos éstos. 

En todo caso, dichos códigos deben aterrizar en la realidad de nuestras Administraciones para que no se queden en el limbo de las buenas intenciones. Lo coherente sería, a mi modo de ver, PREDICAR CON EL EJEMPLO más que esforzarse en debatir el alcance y naturaleza de éstos. Ni que decir tiene que en esto de la ética pública, cuanto más mejor, pero después de las adhesiones a los diferentes códigos de buen gobierno hay que pasar a la acción, y ahí es cuando hay que demostrar las cosas. 

La cuestión no es, quizá, qué se puede hacer para "implantar" un código de buen gobierno, sino más bien porqué hacemos lo que estamos haciendo y qué pretendemos conseguir de ello, es decir, tener esa visión holística de nuestras organizaciones que nos va a permitir elevarnos del día a día y ver un poco más allá, elaborando una estrategia integral que nos sitúe en la realidad en la que vivimos. 

Y sin duda, en este sentido, son la transparencia, la participación y la rendición de cuentas, los tres elementos clave para dar sentido y utilidad a los códigos de buen gobierno. 

1.- En la medida en que seamos capaces de ser tan transparentes como para generar confianza como instituciones, 

2.- Demos participación suficiente a la sociedad para que ésta se sienta plenamente identificada y comprometida con nuestras acciones y 

3.- Rindamos puntualmente cuentas y resultados de nuestras políticas públicas...

Solo entonces, los Códigos de Buen Gobierno podrán ser lo que pretenden, la guinda de un pastel que hoy por hoy nadie nos quita de las manos. 


Un saludo, nos vamos leyendo. 




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